Una misión universal
al servicio de la fe y la justicia
Compañía de Jesús


San Ignacio de Loyola
Iñigo López de Loyola nació en 1491 en el País Vasco español, en una familia de la nobleza menor. En su juventud fue cortesano y soldado, pero en 1521, herido en una batalla, comenzó un proceso de profunda conversión espiritual durante su convalecencia.
Inspirado por la lectura de vidas de santos, decidió seguir a Cristo con radicalidad. Peregrinó a Montserrat y luego se retiró a Manresa, donde vivió una intensa experiencia espiritual que lo llevó a escribir los Ejercicios Espirituales, un camino de discernimiento para buscar y hallar la voluntad de Dios.
Más adelante, estudió en varias ciudades de Europa y en París reunió a un grupo de compañeros con quienes fundó, en 1540, la Compañía de Jesús, al servicio del Papa. Fue su primer Superior General y escribió sus Constituciones, marcando el estilo propio de esta orden religiosa.
Ignacio murió en 1556. Fue canonizado en 1622. Su legado espiritual perdura en la misión educativa, pastoral y social de los jesuitas en todo el mundo, como en nuestro Colegio.
Los Jesuitas
La Compañía de Jesús fue fundada en 1540 por San Ignacio de Loyola y sus compañeros. La misión jesuita es una misión de reconciliación, que trabaja para que las personas puedan reconciliarse con Dios, consigo mismos, con los demás, y con la creación.
Poco después de la fundación de la Compañía, Ignacio comprendió que las escuelas ofrecían el mayor servicio posible a la Iglesia, a través de la instrucción moral y religiosa, haciendo que la vida de devoción fuera accesible a los jóvenes, y enseñando el mensaje evangélico de servicio a los demás. Así se fundaron muchas escuelas.
Los más de 16.000 jesuitas en todo el mundo provienen de 112 países, y pertenecen a aproximadamente 80 Provincias y Regiones, pero la Orden tiene un carácter universal que trasciende estos límites. De hecho, los jesuitas están llamados a ir a cualquier lugar, atravesando fronteras geográficas y culturales, para llegar allí donde hay necesidad de trabajar con Cristo para la gloria de Dios.

El amor se ha de poner más en las obras que en las palabras.